miércoles, 10 de marzo de 2010

DESTINO



I


Silencio de mares olvidados,

historias que no saben regresar,

preguntas con retórica infinita,

que vieron su muerte en la mar.


II


Navío de vela inmaculada,

cruzando abismos de eternidad,

izando una trenzada bandera,

que reza hazañas de soledad.


III


Puerto que amarró tus sueños,

y que en muerte languideció,

esperando un regreso tardío,

que jamás aconteció.


IV


Hubo susurros de marines,

y viejas que osaron preguntar,

¿Cómo es posible que un barco,

se haya perdido en el mar?.


V


Contaron que hermosas sirenas,

celosas quisieronte hundir,

y que esquivando sus melodías,

de rabia las oiste plañir.


VI


Dijeron también que delfines,

en volandas te llevaron,

hasta que sus fuerzas se fueron,

y en el agua te asentaron.


VII


Oí que hablaban las rocas,

los secretos que olas contaban,

y mentían sobre mil noches,

en que un pequeño timón cantaba.


VIII


Las caracolas en la arena,

sollozaban ante la tardanza,

más no escuchaba sus lloros,

en mí solo había esperanza.


IX


Esperaba frente al mar,

oteando en la infinita distancia,

esperando ver a lo lejos,

el más breve signo de estancia.


X


Y aún espero ese día,

sentada en esta fria arena,

el agua se posa en mis hombros,

nos llega la dulce condena.


XI


Pequeño velero de nubes en velas,

nuestro día esperado llegó,

sabía que estaba en el frío abismo,

y fue en él donde me encontró.


XII


Y desde ese mar de distancia,

navegamos sin marcar camino,

ay pequeño barco velero...

tan solo la muerte es destino...


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martes, 9 de marzo de 2010

¿Qué Es El Miedo?



Almas...
Rozamos por un instante los labios del deseo, de la lujuria, del desenfreno y el frenesí.
Creemos amar un imposible que se despierta sín más en nuestra vida con ganas locas de luchar por ella.
LLegamos al éxtasis de la pasión infinita soñando con los susurros del deseo en nuestra piel, y, después, caemos.
Caemos en el miedo del destino incierto, en el miedo de la melancolía del silencio...y morimos.
Morimos sin estar muertos ante la idea del cambio y la culpa. Morimos por nuestros futuros pecados sin pensar en los futuros retos y privilegios.
Almas...
¿Qué tan ciertos son los cuentos de hadas? ¿Las perdices las comían los valerosos o los villanos? Quizá he olvidado el final de los cuentos de.... ¿Hadas se llamaban, o quizá eran brujas? Maldita memoria incierta...
Las luces de la calle se han ido apagando, y el dia quiere dormir, aunque pienso que mis gritos no se lo permitirán, ¿Se enfadará la Luna?.....Luna, hoy necesito gritar al cielo, entiéndelo...no te enfades.
Almas...
Cobardes sombras de cobardes caballeros que no luchan en la batalla. Ceden a sus damas al destino del llanto y la desesperanza mientras celebran con sus barriles de cerveza como se escapan de la lucha, como su valerosa hazaña les ha hecho sobrevivir mientras los demás perecen ante el valor y la tiranía de la muerte. Se ríen.
Almas...
Risa...sí..vamos a provocarla.
Jajajajajajajajajajajajajajajaja...

miércoles, 8 de abril de 2009

VIVIR!


Palabras de Jesús Quintero en El Loco de la Colina:
El único pecado imperdonable es no vivir, entregarse a una muerte anticipada mientras la sangre corre todavía por las venas... Porque vivir no es solo estar en la vida, vivir es participar en la fiesta, actuar, ser protagonista, elegir un papel e interpretarlo con autenticidad y convencimiento... Vivir es ser y conocer...Saber por propia experiencia qué es el amor, a qué saben los besos, qué se siente cuando se llega al éxtasis, a la cumbre del placer...Qué se pierde cuando un amor se olvida... Vivir es saber por propia experiencia qué es la pasión y que se siente cuando nos atrapa...Qué se siente cuando un amigo nos pone la mano en el hombro, cuando llega el momento de una despedida...Cuando tropezamos y tenemos que levantarnos y volver a la lucha...Vivir es estar vivo y parecerlo... Saltar cada mañana de la cama como si todo fuera nueva, como si fuera el primer día...Aprovechar cada momento como si fuera el último, porque el instante que se va, no vuelve...No dejes que nadie te niegue tu derecho a vivir. Mientras el cuerpo aguante...exprime la vida...

viernes, 3 de abril de 2009

TIERRAS (CAPÍTULO IV)

*La soledad arremetía contra ella como el más feroz de los dragones.Las mañanas y las tardes estaban llenas de una aire que Alaya no podía respirar.
Desde la partida de Líonërz nada había sido igual.Ese hombre,aunque fugazmente,había llenado tanto su vida que ahora,no sabía como seguir sin su presencia.
Las conversaciones con el herrero Tenthor y con su mujer, Melistis,que antaño tanto la agradaban,ahora las encontraba carentes de todo sentido.Tanto era aquel sentimiento de añoranza que el miedo comenzó a apoderarse de ella.
El fuerte ruido de pisadas acercándose le devolvieron a la realidad.Un gran grupo de apestosos tartalos a lomos de enormes bestias peludas se abrían paso a través del bosque en dirección a Düarlek.
Alaya,sintiendo una repentina punzada de terror,se deslizó a través del marco de la puerta de su casa cerrándola sigilosamente a su espalda.La pequeña ranura que se abría a través de la cerradura le permitió ver cuanto en el exterior acontecía.
Entre los tartalos,pudo divisar una figura que,contraponiéndose con los horribles seres, se erguía orgullosa sobre su montura.
De un solo vistazo la joven comprobó que el caballero,bastante jóven a su parecer,y de cabellos negros azulados,mostraba una gran cicatriz que le cruzaba la cara desde la sien derecha hasta la mejilla contraria,y que, parando su montura frente a su casa, se disponía a descabalgar.
De rostro enjuto y de belleza extraña,su cara mezclaba el odio y la arrogancia con una esquisitez asombrosa.
Cuando Alaya quiso darse cuenta de que aquel caballero se acercaba,éste,ya aporreaba la frágil puerta de madera que los separaba.
-¡Abrid o haré tirar la puerta!-gritó su voz desde fuera.

Su voz,al igual que su cara,desprendía odio,y su gravísimo tono asustó a la jóven.Se dirigió decidida aunque asustada a la puerta mientras el hombre comenzaba a llenar sus pulmones en un nuevo grito.
Una vez la puerta se hubo abierto,éste lo ahogó inmediatamente.
Con los ojos fijos en Alaya,presos de su belleza salvaje,entonó de la forma más cortés que supo:
-Mi nombre es Telio,hijo de la maga Kiope-pronunció orgulloso-Mis ejércitos pasarán varias lunas en este lugar.El viaje ha sido largo,¿Dispondríais de un vaso de vino para este caballero?-añadió intentando parecer humilde,aún sin conseguirlo.
Alaya,bendiciendo a los dioses por haber conseguido evitar la furia de aquel hombre sonrió imperceptiblemente.

-No dispongo de vino caballero más podría ofreceros una jarra de agua-dijo la jóven a modo de disculpa

-Ni el mejor de los vinos caería con mayor gusto al estómago que el agua que provenga de vuestro pozo-respondió Telio sonriendo descaradamente.

La maldad reflejada en esa sonriso hizo que a Alaya se le erizara el vello,más pensó que no debía hacerse conjeturas en su cabeza pues hasta el momento,aquel hombre se había mostrado cortés aún en su arrogancia.
Alaya frente a lo desconcertante de la situación y haciendo descender su cabeza mostrando así una pequeña reverencia,giró sobre sus talones y se dispuso a llenar una gran jarra de agua en la gran tanqueta de madera que descansaba tras su casa.
Una vez llena,volvió de nuevo a la puerta descubriendo con gran asombro que aquel caballero que respondía al nombre de Telio descansaba sus posaderas en una de las sillas de la mesa del centro de la casa.

-Venid milady,-pronunció Telio mientras daba suaves golpes sobre la silla vacía de su diestra-ardo en deseos de conocer más acerca esta aldea.

"El Ganador se lo lleva todo"

Gran Tema de ABBA con una de las mejores letras que se han escrito para mi gusto. Espero que os guste.



Ya no quiero hablar, sobre cosas que nos siguen entristeciendo...
Aunque todavía me duelen, ahora es otra historia.
He jugado todas mis cartas, al igual que lo has hecho tú,
ya no hay nada que hacer, ni más ases con los que jugar....
El Ganador se lo lleva todo, y el perdedor se agacha ante la victoria,
es su Destino...
Estaba entre tus brazos, pensando que pertenecía a ellos,
en sentido figurando, contruyéndome mi muro alrededor.
Me refugiaba en mi hogar, creyendo que sería fuerte allí,
pero me volví loca jugando con esas reglas...
Los Dioses lanzarán los dados, con sus mentes frías como el hielo,
y alguien aquí abajo, perderá a alguien querido...
El Ganador se lo lleva todo mientras el perdedor se derrumba,
es sencillo ¿Por qué habría de quejarme?.
Pero ahora dime... ¿Ella te besa como yo solía hacerlo?,
¿Sientes lo mismo cuando ella susurra tu nombre?...
En tu interior, tienes que saber que te echo de menos,
no importa lo que diga, las reglas siempre deben obedecerse...
Los Jueces serán los que decidan todo lo que yo he aguantado,
ahora sé, que los que solo miran, nunca ganan...
El juego vuelve a empezar, ¿Un amante o un amigo?,
¿Algo grande?¿Algo pequeño?, el ganador se lo lleva todo.
No quiero decir nada más si eso te entristece,
y veo que solo quieres que seamos amigos...
Y te pido disculpas si me notas tan tensa pero,
no me fío, ya ves.
El Ganador se lo lleva todo.

domingo, 22 de marzo de 2009

TIERRAS (CAPÍTULO III)

*El paisaje desolador qur iba encontrando a cada instante, le guiaba hacia su tierra.
Donde antaño hubo verdes praderas y ríos de abundante caudal,ahora solamente se veía muerte y olvido.

Los árboles quemados,alzaban sus negras y desnudas ramas hacia el cielo en un gesto de agonía.El terror se había adentrado tanto en sus raíces que en las devastadas aldeas más próximas, se habían oído sus gritos de dolor.
La fauna del lugar había desaparecido.

Líonërz,recordó aquellas largas mañanas de caza.

-Al alba partiremos en dirección a los bosques Pinamord-le había dicho su padre mientras terminaba de tallar un formidable arco de madera de encina.

Entregándoselo y con el semblante más serio que Líonërz le había visto nunca le recordó lo siguiente:

-No temas nunca a nada ni a nadie,y te harás digno de él.

Su padre,había servido en los ejércitos del actual rey dándalo,Yeiko,tataranieto de la reina Ménade.
Tanta había sido la euforia que su padre vivió en aquellos tiempos que,rara era la noche que Líonërz,desde su cama,no le oía hablar en sueños.
Ataques,victorias...derrotas...recuerdos que florecían con la luna.

Todo cambió aquel día en el que el cielo se tiñó de sangre.Volvía a escuchar a su padre gritar,pero esta vez no soñaba.
De repente todo fue oscuridad y,después,lady Alaya.

-¿Cómo se encontraría?-pensó.

Algo extraño había sentido con aquella mujer.No era un deseo carnal,sino,algo mucho más allá.
Con ella,las palabras se escapaban de su boca con una fluidez a la que no acostumbraba.Sentía,que al hablar con ella se le quitaba de encima todo el polvo acumulado durante aquellos fatídicos días olvidados.Con ella,se sentía menos culpable por no recordar,y,sus heridas,incluida la del cuello,sanaban rapidamente.

Quizá,fueron aquellas interminables conversaciones,o el miedo a someterse a la fuerza que le empujaba hacia Alaya,las que le hicieron marchar de aquel lugar.

De nombre amor,o cariño y de apellido dolor y traición.No podía permanecer junto a ella.No era digno de aquel arco.

*El segundo sol desde la partida,se escondía lentamente tras los montes Quärol.Tras ellos,se encontraría su hogar.
Las dudad de nuevo sacudieron su cabeza.

-¿Quedaría algo de lo que un día fue Záiron?-pensó.Así lo ansiaba.

Sin apenas darse cuenta,la noche,arrebató el puesto a su sombra.

-Sería conveniente descansar-se dijo.

No a muchos pies,divisó la entrada norte de la ciudad de Sirkel.
Desmontó de Maa Kheru,su negra montura,y paso a paso cayó en la cuenta,de que la ciudad se encontraba en la más absoluta oscuridad.

Las altísimas almenas que descansaban a ambos lados de la puerta norte tenían sus fuegos apagados.Algo que,según Líonërz,se escapaba de lo habitual.

Oteando el lugar cual conejo asomándose por su madriguera,desenfundó su pequeña daga y se decidió a entrar.

Que distinta aquella imágen a la de los bosques de Duärlek...

Un suelo plagado de cadáveres calcinados se extendía por toda la ciudad.
Hombres,mujeres,ancianos,niños...todos reposaban para siempre en aquel tétrico lugar.

Sorteando como puedo los cuerpos mutilados,y,cerciorándose de que Maa Kheru así lo hiciera tambien,cruzó la ciudad en dirección suroeste en busca de lo que antaño fue la Torre de los Justificados.
Una altísima construcción de piedra blanca acabada en gigantescos pináculos,que servía tanto de sala de audiencias como de morada de Leocald,rey del reino de Conclavia.

Las gran puerta afilada de madera roja se encontraba abierta de par en par.
Líonërz no lo dudó un momento.Se encaminó hacia el interior.

Tapices de seda traídos del reino de Térramis,desprendían aún el humo negro de la derrota.Todo se encontraba fuera de su lugar y arrasado por las llamas.

Ni rastro de Leocald.

La idea estúpida de que se encontrase en sus aposentos le hizo dirigirse hacía la escalera de caracol que se retorcía en la esquina derecha del gran hall de la Torre.Más unas roncas respiraciones tras su espalda le hicieron desistir de su propósito.

Desenfundando la roja daga con una rápidez extraordinaria,sus ojos se toparon con un gran grupo de tatalos que le observaban con las órbitas a punto de estallar.

La evasiva nunca había sido su compañera.

-Nunca tengas miedo de nada ni de nadie-se recordó,y,acto seguido,decidió plantarles cara.

Sabía que aquellas horripilantes criaturas serían lo último que vería.

Pensó en Alaya,en todo lo que no la supo decir.La muerte era su castigo por como actuó con ella.
Él mismo sabía ,que nunca la habría dejado morir en aquel sendero...

jueves, 19 de marzo de 2009

TIERRAS (CAPÍTULO II)

*La sopa comenzaba a hervir.La jóven,se disponía a cortar los rábanos cuando,por un momento,un gemido distrajo toda su atención.
El Caballero de Ojos tristes como ella le llamaba,comenzaba a despertarse.

Alaya,recordó que,cuando comenzó a quitarle las botas para tumbarlo en la cama,deparó en unos extraños medallones que,a modo de hebillas se encontraban en los extremos exteriores de las mismas.
Los ojos de la muchacha se pararon en el extraño símbolo que los forjaba.
Un escorpión y un arco.
Lo más curioso de aquellos medallones era el hecho de que el escorpión era el que con su cola formaba el arco y se servía de su peligroso aguijón como flecha.
Una única palabra grabado en la parte inferior de los redondos medallones permitía darles un nombre:

"LEIREH"

Mientras Alaya volvía de nuevo a sus propios pies,pudo comprobar que,según se aproximaba,aquel caballero echaba su mano a la cadera en busca de,según pensó ella,la daga roja que colgaba de un negro cinturón que le quitó al tumbarle.
Al no encontrarla,el caballero intentó levantarse nervioso.

-¡No Caballero!-exclamó Alaya.

El dolor tan intenso que sintío apenas le permitió mantener la consciencia.Cayó pesadamente contra la cama.

-No os levanteis pues vuestro cuello aún se queja.No temais.Os encontré hace dos mañanas en un sendero de la llanura de Eastfart gravemente herido.Vuestro hermoso corcel fue quien me llevó hasta vos.Lo encontré pastando no muy lejos de vuestro paradero y decidí seguirle.Fue entonces cuando os traje aquí-argumentó Alaya.

Él se dispuso a hablar comprobando,horrorizado que no podía.

-No habléis aún-volvió a decir-.Vuestra herida debe descansar.Veréis como en breve,ella misma os incitará a hacerlo.

El agua de la vieja olla de hierro interrumpió aquel instante.Comenzó a derramarse descaradamente.
Alaya,observando la escena, se levantó lentamente y se encaminó hacia el fuego.

A pesar del incipiente dolor,el jóven la observó alejarse.
Adivinó que tras aquel sencillo vestido verde se escondían unos pechos voluptuosos y unas estilizadas caderas.
Así mismo,en un fugaz vistazo por la casa pudo comprobar que se trataba de una estancia de madera rectangular.Al fondo un pequeño horno de hierro desgastado por los años.Frente a él,y cubriendo el centro de la casa,una mesa con dos sillas hermosamente talladas.Cestos y flores decoraban el resto de la estancia hasta llegar donde estaba él.Levantando, cauteloso por el dolor, la cabeza levemente supo que la cama de paja era la que ponía fin al lugar.Se encontraba en un esquinazo coronada por un cabecero de madera y vestida con una sábana blanca.
Cayó en la cuenta de que la muchacha le había cedido su lecho por lo que,muy probablemente,el frío suelo había sido su compañero de sueños.

Una nueva punzada de dolor le prohibió seguir imaginando.Cerró los ojos.

Alaya,una vez hubo terminado la sopa,la vertió en dos boles pequeños de barro ambos con dos cucharas y,cogiendo uno se encaminó de nuevo hacia él.

-Se bien que el apetito en este momento no llama a vuestro estómago,más debéis comer algo-dijo ella mientras dirigía una cuchara cargada a su boca.

La primera cucharada le hizo estremecerse de dolor.El ardiente líquido rozaba su garganta sin piedad alguna.
Alaya sonrió imperceptiblemente.

-Entiendo que os duela,-dijo-más debéis comer.
Diciendo esto,volvió a llenar la cuchara de madera acercándosela nuevamente.


*El sol se despertaba dejando tras de sí un incipiente frío.
Alaya contaba ya ocho lunas desde que encontró a aquel extraño caballero en el Sendero Verde.
Sus rasgos perfectos,sus vestiduras....sus ojos.Aquellos ojos rivales del mismo cielo que hablaban aún sin tener voz,más que callaban el nombre del jóven.
Cuán mayor era la rareza de aquel hombre,mayor las ganas de saber de él.

Sentada frente al río,intentaba imaginar su voz.
Su distraída cabeza reposó de nuevo en sus hombros al percibir pasos tras de sí.
Giró bruscamente y encontró de nuevo el azul en un cielo aún sin luz.
Sonrió y dirigió una vez más sus ojos al río.

El Caballero de Ojos tristes se sentó junto a ella.

Como si de una brisa de aire fresco se tratase,una ronca voz muy pausada se escapó entre los labios del jóven.

-Gracias-se limitó a decir,con los ojos clavados en la lejanía.
-No se merecen-respondió Alaya dibujando una sonrisa en su hermosa boca-Actué como vos los hubierais hecho en mi lugar.
-¿Tan segura estáis de vuestras palabras para afirmar tal cosa?-se precipitó a decir él
-¿Vos me hubieseis dejado morir en aquel sendero acaso?
-Posiblemente-respondió el jóven tras un prolongado silencio.

Alaya,desconcertada ante aquella inesperada respuesta,e incómoda ante su propia estupidez,hizo ademán de levantarse.

-Líonërz-dijo de repente él.
-¿Disculpad?-contestó Alaya aún molesta.
-Mi nombre es Líonërz.
-Alaya-respondió ella mientras esbozaba una pequeña sonrisa.


*Tras veinte lunas de la llegada,Alaya seguía desconcertada ante el Caballero de Ojos tristes de nombre Líonërz.
Al preguntarle por su procedencia,él se había aventurado a decir lo siguiente:

-De Záiron vengo mi lady.Soles de oro y lunas de plata bañan sus costas.Tierras del sur con bosques salvajes que no encuentran final.Allí los varones son fuertes y las damas valientes y hermosas.

Mientras Líonërz hablaba,ella pudo por fín disitinguir aquello que lunas atrás no podía.Esos ojos reflejaban tristeza y añoranza más allá de lo que un hombre,tartalo,gnomo o dándalo podía imaginar.
Una diminuta fractura en el interior de una gran aguamarina.

Nunca oyó hablar de aquellas tierras.Supuso,se encontrarían más allá del reino de Conclavia y,pudo adivinar,que aquel jóven no era un hombre.

-Soy dándalo-la había dicho Líonërz un día.

Conocía aquella raza.Arqueros de la cuna a la tumba,que antaño se alzaban muy por encima de los hombres.Muchos de ellos creyeron ser sabios cuando aún no lo eran y provocaron una división de creencias,que llevó a los dándalos a abrir una gran grieta entre dos bandos.Uno de ellos estaba compuesto por los fieles a la reina Ménade,y,el otro,por aquellos que habían decidido seguir al orador conocido como Marlo.
Ambos grupos se enfrentaron en una gran batallas que fue conocida de padres a hijos como la Batalla de los Soles.Ésta supuso practicamente la extinción de la raza dándala.
Los pequeños grupos de supervivientes que quedaron tras la sangrienta lucha,se unieron de nuevo jurando lealtad a Ménade y,a partir de entonces,su florecimiento a lo largo de los siglos, ha sido lento pero continuado.


*Alaya supo que el momento había llegado.
Una sola mirada de Líonërz la había sumido de nuevo en su infinita soledad.

Aquel hombre de palabras contadas,había iluminado su vida más que las veinte lunas que los acompañaron.Esos silencios infinitos,retumbaban más allá de los Montes Quärol.El horizonte se dejaba hipnotizar por la suave melodía que desprendían.

Una despedida sin apenas palabras en la que,muchas cosas debieron de haber sido dichas.
Una lágrima serpenteante que fue a morir a la boca de una mujer.
Un adiós plagado de silencios con una única entonación:"Gracias".

Y así fue.Aquellos ojos tristes se perdieron en la lejanía con el único recuerdo de un beso sellado en una mano.