viernes, 27 de febrero de 2009

EL ESCONDITE


Aclaro ante todo que ni este escrito ni "Si yo fuera" son míos. En este blog no se pretende robar letras, sino compartirlas.


Cuentan que una vez, en un lugar escondido de la Madre Tierra, se reunieron todos los sentimientos y cualidades de los hombres, y aconteció cuanto sigue.
El aburrimiento ya bostezaba por tercera vez cuando, la locura, como siempre tan loca, propuso lo siguiente.
-Oye...¿Y si jugamos todos al escondite?.
La intriga, cercana a la locura, levantó una ceja intrigada mientras la curiosa curiosidad preguntó.
-Escondite...¿Qué es eso?¿Cómo se juega?¿Es divertido?.
La locura, sonriendo explicó.
-Es un juego en el que yo, tapándome los ojos empiezo a contar...y todos vosotros os escondeis en lugares imposibles de encontrar. Cuando mis números se detengan en un millón me destaparé y comenzaré a buscaros uno a uno y, al primero que encuentre, le cederé mi lugar en este juego infinito.
El entusiasmo, comenzó a bailar secundado por la euforia, la alegría comenzó a saltar tan alto tan alto que terminó por convencer a la siempre dubitativa duda, e incluso a la apatía que jamás se interesaba por nada ni nadie.
Pero...en este juego...no todos quisieron participar, la verdad prefirió no esconderse...¿Para qué?, Siempre me encuentran...
La soberbia tampoco quiso participar por considerar estúpido el juego, aunque, en realidad, le molestaba demasiado que la idea no hubiese salido de ella.
La cobardía...sintió temor y prefirió no arriesgarse...
-Uno...dos...tres...comenzó a contar la Locura...
La primera en esconderse fue la pereza que, como siempre ha hecho y siempre hará, se dejo caer tras la primera sombra de la primera piedra del camino.
La fe se escondió en el cielo y, la envidia se cobijó tras la sombra del triunfo que, con su propio esfuerzo había llegado a la copa del árbol más alto de la Tierra.
La generosa generosidad casi no tuvo tiempo de esconderse pues, según caminaba por el mundo descubría lugares especiales para todos sus compañeros...
Descubrío un helado lago cristalino...para la belleza...
una pequeña grieta en un árbol...para la timidez...
el vuelo de una mariposa...para la voluptuosidad...
una ráfaga de viento...para la libertad.
Ya nerviosa por no encontrar un buen escondite decidió esconderse tras los rayos del sol.
El egoismo, encontró un perfecto escondite para él...grande, ventilado, cómodo, pero, porsupuesto, solo para él.
La mentirosa mentira optó por esconderse en el fondo más oscuro de los océanos...aunque en realidad os estoy mintiendo porque se escondió detrás del arco iris...
La pasión y el deseo corrieron campo a través de la mano hasta que un espectante volcán fue testigo de su escondite...en el centro del mismo se refugiaron.
El olvido que también participó en el juego decidió esconderse en...mmm....mmm...pues no me acuerdo pero...tampoco es determinante en esta historia.
Esconderse, se escondió seguro.
Ay Locura...
Contando ya 999.999 y a punto de empezar a buscar solamente un sentimiento no había encontrado escondite...
Ay Amor...
-¡Un millón! contó la locura, y comenzó su búsqueda.
La primera en aparecer fue la pereza...a tres pasos de la piedra...
A la fe la escuchó dar gritos...discutía con Dios sobre teología...
La pasión y el deseo...allí, allí los sintió en su refugio oscuro, en su eterno vibrar provocado por un volcán.
La descuidada envidia se dejó encontrar y claro, Locura, dedujo donde estaba el triunfo...
Ay egoismo...
¿Cómo saliste de tu escondite sin que te encontrase nadie? Claro...te metiste tú solita en un enjambre de abejas...
Caminó...y caminó la Locura y la sed se hizo palpable...se acercó al lago y...allí encontró a la belleza.
La duda...también apareció enseguida pues se encontraba sentada sobre una valla de madera decidiendo aún de que lado esconderse...
Así, muy poco a poco fueron apareciendo todos...la mentira detrás del arco iris (mentira...se escondió en el fondo del océano).
Ay olvido...
Ni siquiera recordabas que jugabas al escondite...
Todos cayeron tras la Locura, todos, menos el amor que...no aparecía por ninguna parte...
Locura...
Buscaste detrás de cada árbol, bajo todos los arroyos de la Tierra, en la cima de cada montaña...entre la infinita eternidad...pero no le econtraste...
Cansada de buscar y buscar tus ojos, sin más se fijaron en un rosal de enormes rosas rojas...te acercaste a ellas y con una pequeña horquillita pinchaste sus corazones uno por uno...
Un grito se escuchó y tras él, apareció el herido Amor con los ojos ensangrentados y dando pasos a tientas...
Ay Locura...ay Amor...
Triste destino de un amor ciego que jamás vovlió a ver pero que, a partir de aquel día se guió por los ojos de la Locura...
Desde aquel día en el que por primera vez se jugó en la Tierra al escondite, y en el que el Amor, ciego de por vida, se dejó acompañar por la locura.

VAMOS

Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nacimos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que hablamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que andamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que jugamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que avanzamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos caimos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos levantamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que maduramos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que besamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que deseamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que pescamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que reimos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que corrimos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que saltamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos sinceramos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos decidimos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos preparamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos inmolamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos bañamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos secamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos marchamos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que nos despedimos...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el recuerdo...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el olvido...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que todo se fue...
Vamos a cerrar los ojos esta noche sin pensar en nada más que en el día que mucho quedó por decir...
Vamos a abrir los ojos esta noche sin pensar en nada más que en que no lo descubran...
Vamos a por tabaco, ya no nos queda más....

SI YO FUERA...

Ahora, yo, quisiera Pájaro ser ... Y pudiera a él igualarme, Un instante, Un momento...
quizá un soñarle. Volar, subir hasta que el aliento Y el esfuerzo que ello supusiera
dejáranme absorto y sin aliento, Lleno de brisa y de azul cielo. Con él viajar, cortando al aire,
Abriendo a las nubes sus puertas,Acariciando cada segundo de grandeza...
Y en picado descender... Casi ya muerto, Lleno de su pureza Y grande como si él yo fuera.
Eso sería, si pudiera, Si yo ahora pájaro fuera...

LAS LÁGRIMAS DE LA CEBOLLA

Cada vez que intentaba, desaparecer, volvía y volvía y volvía...siempre al mismo punto.Al punto donde esperaba que las nubes, se esfumaran y dejaran que el sol apareciera.
Insistía y cada noche, buscaba desesperadamente el sol sin saber que, entre tinieblas, tiene miedo de aparecer.
No imaginaba que todo en lo que creía, en su sol, en realidad, jamás lo encontraría.Qué triste resultaba su noche..que sola y que desamparada...
No veía, o quizá era que no quería ver...tampoco importa. Pero sí, siempre, siempre sonreía en su distancia como si el hecho de su espera eterna le resultara agradable.
Simple monotonía que aburría al propio aburrimiento hasta el punto de nunca invitarle a su fiesta. Miraba a atrás vergonzosa desnudando su cuerpo al pasado, dejando ver sus marcas que acariciaban su cuerpo con un ardiente rastrillo en llamas.
Pelaba una cebolla capa por capa mientras lloraba y lloraba..pero esas lágrimas no eran de triste tristeza, sino de tristeza, por el empequeñecimiento de la cebolla..más pequeña, y más pequeña hasta que se deshizo entera.

ETERNA ETERNIDAD


Sabiéndose pues seductora,
ante el lúgubre instinto carnal,
susurró desde sus tinieblas,
¿Ya habéis decidido mortal?.
Jóven alma de un muchacho,
hermoso cual ángel caído,
observa en su rostro de hielo,
la infinita soledad del vencido.
Eternidad me ofrecéis,
privilegios de una vida buena,
pero me pregunto señora...
¿Y no es la eternidad una condena?
La inmortalidad de un alma,
en un instante se rompió,
dama pétrea de cabellos azabache,
su corazón tuvo miedo y latió.
La eternidad es un regalo,
si vuestro corazón deja de latir,
más si existe un momento en que lo haga,
os garantizo que vais a sufrir.
No améis nunca más allá del tiempo,
pues no es más que un rastrero ladrón,
que decide a su antojo la muerte,
y jamás osa pediros perdón.
Renunciad a vuestras morales,
pues en la eternidad la viveza es matar,
y creedme cuando os digo,
que la sed de sangre os hará olvidar.
Hablaba con la fuerza de los años,
con el fervor del desamor,
¿Cómo puede alguien que no está vivo,
hablar con tanto dolor?
El jóven titubeante,
ante esa rabia de aliento perdido,
susurró un ¿Por qué? en el aire,
y en sus cabellos quedó prendido.
Sonrió entonces la pétrea mujer,
mirándole tan fijamente...
que entre sus ojos encontró la lujuria,
-Qué os importa, hoy morireis igualmente.
Y tras los siglos que moran en silencio,
el eterno jóven se sigue preguntando,
si aquella noche, si aquel lugar...
le seguirían esperando.
Aquella eterna y fría mujer,
cayó en brazos de la locura,
y sucumbió ante la muerte,
entregándose a un amanecer, su sepultura.
Y él jamás supo la verdad,
pues susurró ante la luz del día,
-Sé que aquí llega mi muerte...¿Me hubiese llegado aquel día?

La Catedral de Cristal


Ya no esperaba la candidez de ese instante, en el que tanto tiempo intentó vivir.
Sara se despertaba cada mañana con el mismo sueño que la rendía noche tras noche casi al dar el alba. Sentía que sus piernas no tenían la fuerza necesaria para mantenerse por sí mismas, que si se levantaba de aquella cama caería al suelo sín más, sin ninguna respuesta.
Tras un silencioso suspiro, dejó tras de sí, su forma, su cuerpo impreso en las estúpidas sábanas.
Casi sin despegar sus pies del gélido suelo por miedo a dejar pisadas que le pudiesen delatar, se dirigió al baño donde se encontró, cara a cara consigo misma.
Ya no era Sara, hacía tiempo que había dejado de serlo.
Palpó su rostro deteniéndose en sus ojos. Habían dejado de ser sus ojos para convertirse, simplemente en meros focos sin luz que miraban y miraban pero jamás conseguirían guiar a nadie.
Escapó de aquel lugar muy despacio mientras se acercaba a un montón de prendas negras que descansaban en un pequeño sillón carmesí. Eligió al azar dos prendas y, cubriéndose con ellas, abandonó la habitación junto al chirriar de la puerta.
Ella estaba allí, contemplándola como siempre hacía. Sara era consciente de que jamás la entendería, jamás vería en ella nada más que un amor incondicinal y una lealtad absoluta.
Nieve, su siempre fiel compañera se acercó a ella buscando el cobijo de sus piernas enrredándose en ellas una y otra vez.
Sara intentó sonreir y sintió como algo dentro de ella se rompía, se hacía añicos y en cada pedazo de alma rota se escondía un cruel recuerdo.
Sín más recogió un collar púrpura que deslizó por el cuello peludo de Nieve y abrió la puerta de la calle.
La mañana era tan fría...el gélido viento chocaba contra sus mejillas cruelmente sajando su piel, enterró su mentón en la bufanda y se encaminó al parque...
Al parque del olvido...
Se sentó en el primer banco olvidado que encontró cobijándose bajo sus brazos mientras Nieve, corría sin parar buscando compañeros de batalla con los que jugar.
Olvidó aquel instante sumergiéndose una vez más en sus pensamientos, repasando esos pedazos de alma, buscando desesperadamente un nexo que los uniera todos, navegó entre océanos de dolor, anduvo por desiertos de desesperanza...y prefirió dejarlo estar.
Al cabo de un instante eterno se levantó temiendo esa falta de seguridad que la mantuviese en pie, y llamó a su amiga...es hora de volver a casa Nieve...
...
Y así, su vida se escapaba día tras día, siempre el mismo miedo, siempre el mismo acusador espejo, siempre el mismo lugar...
Volvió a ese banco, y a sus pensamientos. Intentó volverlos a juntar...
-Es difícil ser cuando ya no existe...escuchó junto a su oido en un leve susurro.
Miró a su lado encontrándose con unos ojos negros, de viveza extraordinaria. Temió por ellos.
La extraña presencia de un hombre vestido de oscuro, junto a ella le aturdió, más cuando iba a hablar detuvo su instinto.
-Te he estado observando, día tras día, siempre a la misma hora, en el mismo lugar, en este mismo banco en el que estás. He intentado descubrirte, saber que haces aquí y por qué tus ojos no tienen luz. He intentado hilbanar esos pedazos que se deshacen en tu alma, he pensado en tí continuamente sin saber siquiera tu nombre...y ayer...desistí de tí. Me alejé del parque del olvido y no pensaba volver nunca más.
-¿Y por qué estás aquí..?.
-Verás, ayer, cuando llegué a mi casa, cuando dejé mi montón de ropa en el sillón, cuando me asomé al hiriente espejo, cuando me dejé vencer por el sueño, sín más...te ví morir.
Te ví en mi sueño muriendo poco a poco.
-No entiendo...
Aquel hombre dirigió una mano a la boca de ella suavemente silenciando sus labios.
-No tienes que entender, porque ya he entendido yo.
Se giró en busca de su extraña mochila de cuero y comenzó a buscar mientras dejaba objetos en el banco, uno por uno, muy despacio, mientras susurraba.
-Te regalo un reloj de arena para que te apoderes del tiempo...te regalo un bastón para que hagas tuyas tus piernas...te regalo unas tijeras para que rompas esas sábanas...te regalo unos calcetines para que no dejes pisadas en el suelo...y por último te regalo un espejo sin reflejo para que olvides tu rostro.
Sara sin saber qué o qué no decir comenzó a llorar cubriéndose los ojos con las manos. Él se situó de cunclillas frente a ella buscando sus ojos entre las manos, separándolas suavemente mientras sonreía.
-Tengo otros regalos para ofrecerte, a cambio de los que ya tienes.
Dirigió sus manos al suelo palpando la arena del parque y deslizándola en las manos de Sara.
-Te ofrezco la arena de ese reloj para que mueva tu tiempo.
Del mismo suelo cogió una pequeña ramita situándola, nuevamente en las manos de ella.
-Te ofrezco una rama de árbol para que mueva tus piernas.
Buscó un canto rodado, completamente liso, que puso en las sucias manos de la mujer.
-Te ofrezco una piedra para que rasgue tus sábanas.
Encontró dos hojas caídas junto a ellos y se las dió.
-Te ofrezco dos hojas para que borres tus pisadas.
Por último, divisó un pequeño cristal de botella, que con cuidado, una vez más puso en sus manos.
-Y por último te ofrezco este espejo para que te contemples día tras día.

Sara, miró fijamente los ojos de aquel hombre que permanecía agachado frente a ella, le miró con tanta intensidad que sus ojos encontraron la respuesta a tantas preguntas.
Dejó que la arena se filtrase entre sus dedos. Rompió la ramita a la mitad dejando que cayese al suelo. Lanzó la piedra tan lejos como le fue posible perdiéndola en la distancia. Pisó las hojas tan fuerte que se perdieron entre la arena y, por último enterró ese cristal para que jamás nadie lo encontrase, ni pudiese cortarse con él, y, sin más, por primera vez en su vida, Sara, se limitó a sonreir.