viernes, 27 de febrero de 2009

ETERNA ETERNIDAD


Sabiéndose pues seductora,
ante el lúgubre instinto carnal,
susurró desde sus tinieblas,
¿Ya habéis decidido mortal?.
Jóven alma de un muchacho,
hermoso cual ángel caído,
observa en su rostro de hielo,
la infinita soledad del vencido.
Eternidad me ofrecéis,
privilegios de una vida buena,
pero me pregunto señora...
¿Y no es la eternidad una condena?
La inmortalidad de un alma,
en un instante se rompió,
dama pétrea de cabellos azabache,
su corazón tuvo miedo y latió.
La eternidad es un regalo,
si vuestro corazón deja de latir,
más si existe un momento en que lo haga,
os garantizo que vais a sufrir.
No améis nunca más allá del tiempo,
pues no es más que un rastrero ladrón,
que decide a su antojo la muerte,
y jamás osa pediros perdón.
Renunciad a vuestras morales,
pues en la eternidad la viveza es matar,
y creedme cuando os digo,
que la sed de sangre os hará olvidar.
Hablaba con la fuerza de los años,
con el fervor del desamor,
¿Cómo puede alguien que no está vivo,
hablar con tanto dolor?
El jóven titubeante,
ante esa rabia de aliento perdido,
susurró un ¿Por qué? en el aire,
y en sus cabellos quedó prendido.
Sonrió entonces la pétrea mujer,
mirándole tan fijamente...
que entre sus ojos encontró la lujuria,
-Qué os importa, hoy morireis igualmente.
Y tras los siglos que moran en silencio,
el eterno jóven se sigue preguntando,
si aquella noche, si aquel lugar...
le seguirían esperando.
Aquella eterna y fría mujer,
cayó en brazos de la locura,
y sucumbió ante la muerte,
entregándose a un amanecer, su sepultura.
Y él jamás supo la verdad,
pues susurró ante la luz del día,
-Sé que aquí llega mi muerte...¿Me hubiese llegado aquel día?

2 comentarios:

  1. Dime muerte,
    si el día me trae la desdicha,
    o si es la alegría de saber,
    que por fin,
    mañana no despertaré.

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